Nos atacan con inflación, queremos redistribución

10/09/2022



Los banqueros no sienten la inflación -el sueldo de sus altos directivos sube un 5%- y 14 miembros del Consejo de Administración de Iberdrola se reparten 89.700 euros al día como si de un sueldo se tratase. Pero las familias españolas son las segundas de toda Europa que más ahorros están perdiendo: nuestros salarios crecen cuatro veces más lento que la inflación. El componente principal detrás de la espiral inflacionaria actual es el costo de la energía y el aumento en el margen de ganancias corporativas de los bancos y oligopolios. Por eso es fundamental la redistribución de la riqueza.

El aumento de los precios supera el 10% anual, mientras que los salarios solo crecen entre el 2 y el 3,5%. Las tasas de interés -el costo del dinero- que los bancos cobran por préstamos e hipotecas también han aumentado. Y todo este dinero -tomado de familias, autónomos, pequeñas y medianas empresas- no se evapora, los oligopolios, los grandes grupos y los bancos no dejan de acumular beneficios crecientes.

Informes de la OCDE y la Fundación Funcas estiman que en España cada familia -de media- reducirá este año su poder adquisitivo en algo más de 2.300 euros. Y según BBVA, desde 2019 las pérdidas por unidad familiar provocadas por la inflación son de 4.159 euros.

El precio de la energía es la principal causa

La clave de este aumento generalizado de los precios de los bienes y servicios es el coste de la energía. En 2021, la inflación en España ya era del 6,5%. Sin embargo, si lo calculamos sin incluir combustible, electricidad o gas -inflación subyacente- se mantendría en 1,7%. Así, casi las tres cuartas partes de la subida de precios se atribuye al incremento de la energía.

Diferentes estudios concluyen que entre el 60 y el 70% de la inflación se debe a los altos precios de la energía. Solo el otro tercio se debe a la creciente demanda mundial de materias primas y bienes, y a los problemas de transporte, debido al colapso de las cadenas de suministro, que frenó la pandemia. Y no se debió, por tanto, principalmente a la invasión de Ucrania.

El precio de la electricidad está inflado por una ley europea diseñada para garantizar los beneficios de las compañías eléctricas, permitiéndoles vender toda la energía generada (eólica, solar, hidroeléctrica, nuclear y gas) al precio más caro. Además en España con un oligopolio donde 3 empresas controlan el mercado nacional, no hay competencia real y mantienen los precios muy altos.

El banco se apropia de otra parte

El aumento de las tasas de interés es para los bancos lo que el aumento de los precios es para los oligopolios. una gran fuente de ganancias. Beneficia a los acreedores y perjudica a los deudores. Y exacerba el problema de la inflación. El Banco Central Europeo (BCE) ha subido el precio del dinero (tipos de interés) hasta el 0,25% desde julio y deja abierta otra posible subida este mes. Desde agosto, sólo ese 0,25 recaudado, por 150.000 euros de una hipoteca a veinte años, supondrá otros 1.440 euros que irán al bote del banco. Asimismo, los préstamos al comercio ya la industria se encarecen.

Y todavía hay espacio para un aumento salarial para compensar la inflación. Las empresas españolas que cotizan en bolsa sumaron un beneficio récord de 64.021 millones a finales del año pasado, y la tendencia es que lo superen en 2022.

Asfixiados autónomos, agricultores, ganaderos y transportistas con precios por debajo del costo. Comercio y pymes no pueden trasladar todos sus gastos porque sus clientes están perdiendo poder adquisitivo, e incluso la industria ha tenido que parar parcialmente la producción o congelar proyectos.

Medidas de redistribución de la riqueza

Apoyamos todas las medidas que alivian el sufrimiento causado por la inflación. Pero si una mayoría se empobrece, es para que unos pocos se enriquezcan. Ante la inflación y la crisis económica podemos aplicar esta doble máxima: apagar incendios, prevenir incendios.

Una confiscación de salarios y ahorros y un malestar general que se acumula y necesita soluciones. Porque es posible limitar algunos precios básicos por ley. En Alemania hay controles de precios de medicamentos. En Francia se reguló el aumento de los precios del gel desinfectante y de la electricidad de origen nuclear. Dinamarca limitará los aumentos de alquiler al 4% anual. El gobierno griego anterior había impuesto un tope en el precio del agua, el café, los refrescos, las tostadas y los bocadillos en aeropuertos, estaciones, transbordadores, hospitales y escuelas.

La única salida es redistribuir la riqueza, por lo que se deben reducir o eliminar los impuestos a los hidrocarburos. El IVA debe eliminarse por completo de las necesidades básicas: alimentación, vestido, transporte, energía, vivienda y cultura.

Y una reforma fiscal que recaude en proporción a lo que gana cada uno y no penalice con impuestos indirectos a los que ganan menos. Si los bancos, los oligopolios y los grandes grupos empresariales pagaran -lo que realmente les corresponde por ley- las arcas públicas tendrían un superávit.

Y, sobre todo, urge ir al fondo del asunto, creando una empresa eléctrica nacional que fije los precios más bajos posibles, obligando a la competencia a hacer lo mismo. Un banco público que canalice el ahorro hacia inversiones productivas con el fin de aumentar el peso de la industria en el PIB.

Y, por supuesto, un aumento de los salarios igual o superior a la tasa de inflación que hace que los trabajadores participen de los beneficios oligárquicos.

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